al maestro Isaac
Ni siquiera por ser muy tumutuoso frufrú de uruchurtu. Ni por rendirle cuentas al zulu del sur, que burlándose me preguntó: cuántas ovejas alcanzó a contar anoche. Y ni siquiera por eso supe que él sabía y tenía muy presente al estar evaluándome, que hace 10.4 noches antes, un tul de burbujas patas pa´rriba me había robado el sueño.
Sin duda alguna él se estaba burlando. Con sus diez dedos, cinco por cada mano, repiqueteaba su escritorio. Pero eso no me sorprende del zulu del sur. El muy sansolado irritante sin greñas no me sorprende con esos caballos que salen de sus dedos. ¡No!, la pregunta y el asombro está en quién le dijo sobre el tul de burbujas patas pa´rriba.
Ellas entraron hace 10.4 noches en un empaque lapicornudo sin manijas, con una sonrisita hipócrita, por el espacio que dejan las moléculas de que están hechos los vidrios de las ventanas de mi casa, de mi vecindario y de todos los pinches vidrios del mundo. Porque todos los vidrios son vidrios y no otra cosa.
Entonces él sabe del insomnio, de mí y del tul de burbujas patas pa´rriba. Que cabrón tan más listo. Lo único que le falta por saber para convertirse en el zulu del sur más inteligente de los sures es cuántas ovejas logré contar anoche.
Pues bien mi juez, mi verdugo, mi bandaletanía de sorbo. Usted no sabrá de mis ovejas y se quedará igual de pendejo que toda la parvada de tul de burbujas patas pa´rriba y su desfile socabún donde… de lo que yo era en el momento en que entraron y lo soy en este instante frente a usted Don señor zulu del sur.
¿Cuántas ovejas? Que sotrensonería. ¿Pero qué dijo usted? A este le hago la chafaldrana más grande del mundo. A este muy tumultuoso frufru de uruchurtu ahorita lo encierro en un consultorio y lo siento derechito, babeando y reconchinflando la cabeza para volverme el cabrolingeo más sabiondo de los zulus del sur. Pues ni eso, ni del otro, ni de aquello. Unicamente silencio y usted no ha de saber nada.
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